Salvador López Arnal. Rebelión
Pues bien, el lobby empresarial español, señala Diego Barcala [1], lo tiene claro: la universidad es una empresa (esa es su mirada y su terminología) y, por tanto, como si fuera un silogismo categórico, hay que apostar por reducir un 30% el número de docentes universitarios para que gane eficacia. ¿Conocimiento, búsqueda de la verdad, humanismo, formación del estudiantado, instrucción pública? Por favor, zarandajas de estúpidos ilusos. Lo que cuenta es lo que cuenta en las cuentas.
Los “problemas” detectados por la Fundación botinesca: el 24% de los profesores de las universidades públicas -Hic Rodhus, hic salta!- no producen resultados evaluables de investigación. Más del 42% de las enseñanzas del sistema universitario español tienen menos de 50 alumnos de nuevo ingreso. La media de profesores por alumnos en España es de 9 por cada 100.
¿Cuál es la apuesta de la fundación CYD? Tomen nota por si han pensado que los críticos al proceso de Bolonia eran unos exagerados y unos comunistas infiltrados: la adoptación total -"total" es total- de los títulos universitarios a la producción económica. ¿No tenían razones e incluso la razón aquellos profesores y profesoras, aquellos estudiantes, aquellos trabajadores universitarios, que pusieron el grito en el cielo y los pies en tierra cuando se habló de la implantación inmediata del proceso Bolonia? ¿Se equivocaron cuando anunciaron la subordinación de la Universidad a los intereses de las grandes corporaciones y del sistema del Capital y el mal? Por si quedaba alguna duda: según el informe de la CYD, si se redujera la oferta docente a lo que debería requerir Bolonia podrían ahorrarse 2.100 millones de euros, un 30% del coste de la “función educativa”. La pela es la pela y la salvaje reconversión universitaria es la crónica de un objetivo anunciado. ¡Lo quieren todo y lo quieren ya!
No se trata de defender la inmovilidad de las reformas en la Universidad. No es eso. Hay muchas cosas que mejorar, nadie defiende ninguna quietud inalterable. Pero es obvio que todas las sendas que abonan este y otros informes similares ponen siempre el acento en el mismo nudo: la universidad debe estar no al servicio de la sociedad sino en función de los intereses de los privilegiados que mandan y dirigen esta sociedad y de la estúpida y suicida cosmovisión que sustentan.
Por lo demás, ¿saben quien estaba sentado a la izquierda de la señora Botín en la presentación del informe? Han acertado: el candidato, el vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba.
¿He escrito a la izquierda? Es una simple cuestión de perspectiva, nada sustancial. Juntos, revueltos y con las mismas finalidades. ¡Nunca como ahora había sido tan evidente la total subordinación de las élites políticas a los intereses de las clases dominantes españolas y no españolas!
Nota:
[1] Diego Barcala, “El exceso de títulos en el campus cuesta 2.100 millones”. Público, 7 de junio de 2011, p. 28